Martín El Pescador Y El Delfín Domador - María Elena Walsh

Martín El Pescador Y El Delfín Domador - María Elena Walsh

  • Yayın yılı: 1967
  • Dil: İspanyol
  • Süre: 9:31

Şarkının sözleri aşağıdadır Martín El Pescador Y El Delfín Domador , sanatçı - María Elena Walsh çeviriyle birlikte

" Martín El Pescador Y El Delfín Domador " şarkısının sözleri

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Martín El Pescador Y El Delfín Domador

María Elena Walsh

Había una vez un pescador que, como todos los pescadores, se llamaba Martín

Pescaba unos peces que, como todos los peces, andaban haciendo firuletes bajo

el agua

Y el agua era de mar, de un mar que, como todos los mares, estaba lleno de olas

Unas olas que, como todas las olas, se empujaban unas a otras diciendo «patatrún, patatrún, patatrún»

Un día Martín arrojó el anzuelo y, ¡zápate!, sintió que había picado un pez muy

grande

Trató de enrollar el hilo, pero el pez era fuerte y tironeaba como un camión

Tanto, tanto tironeó que arrastró a Martín por la arena de la playa.

Pero Martín era muy cabeza dura

No iba a dejarse pescar así nomás, y mucho menos por un pez

De modo que con una mano se sujetó el gorro y con la otra siguió prendido de su

caña

Cuando Martín quiso acordar, ya estaba metido en el agua, arrastrado a toda

velocidad hacia el fondo del mar

-¡Qué raro!, dijo Martín, yo debería tener miedo, y sin embargo este paseo me

gusta… y lo más gracioso es que no me ahogo… Lo que sucede es que,

pescador salvaje!

-Eso sí que no, protestó Martín, yo quiero ver la función pero a mí no me doma

nadie

Los peces pekineses, los langostinos finos, los camarones cimarrones,

el pulpo con la señora pulpa y los pulpitos, todos hicieron cola para sacar

entradas y ver al fenómeno

A Martín, claro, no le gustaba que lo miraran con ojos de pez, y forcejeaba

para escaparse, pero dos enormes tiburones disfrazados de mamarrachos lo

agarraron con sus aletas y no lo dejaron ni respirar, a pesar de que Martín

respiraba bastante bien bajo el agua

Por fin, entre grandes aplausos, entró el Domador, un Delfín gordo como tres

buzones, con chaqueta colorada, charreteras de alga y botones de nácar

Martín ya estaba enfurecido, y el Delfín se disponía a domarlo nada más que con

una ballenita para cuellos de camisa, porque en el mar no hay sillas.

Y no hay sillas, parece, porque los peces nunca se sientan

Desfilaron cientos de miles de millones de milloncitos de millonzotes de peces

y bicharracos de toda clase para ver el gran número del Circo

Martín no se dejaba domar así nomás, pero ya se estaba cansando y tenía mucha

sed, es decir, ganas de tomar un poco de aire

Peleaban duro y parejo, y Martín ya iba a darse por vencido cuando de pronto se

oyó en el Circo la siguiente palabra mágica:

-¡Pfzchztt!

A pesar de que esta palabra mágica había sido pronunciada muy bajito,

su tono fue tan autoritario que el público hizo un silencio impresionante.

Las ostras se quedaron con la boca abierta, y todos miraron hacia la entrada

El Delfín Domador Pirulín se quedó quieto, dejó de domar a Martín,

se quitó la gorra e inclinó la cabeza.

Martín se preguntó:

-¿Y ahora qué pasa?

¿No me doman más?

Se escuchó otra vez una voz muy suave y chiquita que dijo:

-¡Pfzchztt!

Y todos, silenciosa y respetuosamente, le abrieron paso a la dueña de la voz

Martín, que era muy educado, también se quitó el gorro y saludó

Entraba en la gruta, lenta y majestuosa, una Mojarrita con corona de malaquita

y collar de coral

-¿Quién será ésta, que los deja a todos con la boca abierta?, se preguntó Martín

El Delfín Domador Pirulín le adivinó el pensamiento y le dijo al oído:

-Es Su Majestad Mojarrita V, Reina del Mar, el Agua Fría y el Río Samborombón

-Ah, comentó Martín, …me parece cara conocida

La Reina Mojarrita se acercó a Martín y le dio un besito, ante el asombro y la

envidia de todos.

Martín se puso colorado y no supo qué pensar de todo esto

Después de un largo y misterioso silencio, la Reina habló, con una voz tan

chiquita que tuvieron que alcanzarle un caracol como micrófono

Y dijo así:

-¡Pfzchzit!

Yo, Mi Majestad Mojarrita V, Reina del Mar, el Agua Fría y el Río

Samborombón, ordeno: ¡Basta de domar al Martín Pescador!

¡Basta, requetebasta,

y el que lo dome va a parar a la canasta, y el que sea domador va a parar al

asador!

-Gracias, Majestad, tartamudeó Martín emocionado

-¡Pfzchztt!, prosigo, interrumpió la Reina;

Martín me pescó una vez,

hace un mes o cinco o tres, cuando yo era chiquita y me bañaba en camisón en

el Río Samborombón

-Claro, dijo Martín, ya me acuerdo, con razón me resultaba cara conocida,

Majestad…

-¡Pfzchztt!, prosigo, interrumpió la Reina;

Martín me pescó, pero le di lástima

y, sin saber que yo era Princesa, volvió a tirarme al agua.

Ahora yo quiero

devolverlo a la tierra, y lo enviaré en mi propia carroza lleno de regalos y

paquetitos

Y así fue como Martín volvió a su playa en una gran carroza tirada por

veinticinco mil tiburones disfrazados de bomberos, mientras la banda de

langostinos tocaba un vals, las ostras le tiraban perlas y el Delfín Domador

Pirulín le hacía grandes reverencias

Martín volvió a su casa y, como no era mentiroso, todo el mundo creyó en su

aventura

Lo único que no le creyeron del todo fue que Su Majestad Mojarrita V,

Reina del Mar, el Agua Fría y el Río Samborombón no sólo le hubiera dado un

besito al reconocerlo, sino que le había dado otro besito al despedirlo

Y así llegamos al fin de la historia de Martín con el Delfín Pirulín

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